El gran público de hoy en día sabe que casi todas las obras de arte contienen un mensaje al público, y está dispuesto a encontrar un mensaje incluso en un producto de diseño industrial, especialmente cuando el diseño parece "artístico" y difiere del convencional. Desde el punto de vista de la investigación, los mensajes y signos pueden abordarse como cualquier otra de las distintas propiedades, como la utilidad, la economía, la belleza, etc.
El mensaje del arte (como, igualmente, el de la ciencia) difícilmente interesaría al público si solamente contuviese figuras decorativas o imágenes de un acontecimiento singular. Cuanto más universales son las verdades presentadas por una obra de arte, más importante es el mensaje.
La manera de presentación en ciencia es precisa, y el
campo de aplicación de sus postulados es estrictamente limitado.
El mensaje del arte no es exacto, pero tiene muchas veces los medios para
referirse a información de contextos muy amplios. Consideremos lo
difícil que es para un físico hacer entender al público
la naturaleza de la luz, que tiene que ser interpretada a veces como una
oscilación, a veces como partículas -- y lo fácil
que es para un artista mostrar tal dualismo.
El público consta de personas, con lo que sus intereses primeros
son relaciones entre personas: sentimientos, actitudes, etc. que el arte
ha de ser capaz de transmitir. Esto es fácil de hacer por ejemplo
en la escritura novelística o en el arte pictórico, pero
llega a ser más difícil en el arte práctico del diseño
de objetos cotidianos, incluso aunque cosas como los vestidos y pertenencias
de la gente den una buena posibilidad de transmitir un mensaje sobre sus
propietarios.
El estudio de los signos y mensajes tuvo un buen comienzo ya en la antigüedad, aunque el nombre de la ciencia, semiótica, es de origen posterior. La investigación en este campo siempre ha avanzado al mejor estilo de "ciencia normal" (es decir, sin "revoluciones científicas" que incluyen una ruptura en el paradigma) y la mayor parte de los investigadores modernos siguen usando muchos de los conceptos de los primeros autores. Por esta razón comenzamos a continuación con un relato histórico de las principales teorías de la semiótica. Se ha admitido que los primeros autores no tuvieron en cuenta productos industriales, pero sí trataron de la arquitectura y las artes pictóricas; sin embargo, muchos de sus hallazgos pueden aplicarse fácilmente a los productos modernos.
En la antigüedad, un eminente investigador de simbolismo del arte
fue Plotino (204/5-270). Su ensayo Sobre la belleza (Peri tou kalou) sigue
la línea de Platón, y declara que cada obra de arte debe
presentar una "idea". "Un arquitecto transforma una idea en su mente
en una casa en el exterior de su mente."
Una obra de arte es un signo que se refiere al mundo de las ideas.
Por otro lado, lo que es característico de las ideas es la simplicidad,
o, podríamos decir incluso, "unidad", que implica que la uniformidad
es también típica de una buena obra de arte.
La Edad Media amaba el simbolismo alegórico. Esto se manifestaba por ejemplo en el hecho de que la gente quería que los edificios eclesiales simbolizasen objetos bíblicos: el techo del cielo, el Jerusalén celeste o tal vez el templo de Salomón. Las columnas en una iglesia simbolizaban los profetas o los Apóstoles. Era posible que las proporciones fuesen halladas bellas no tanto por su belleza sino a causa del simbolismo numérico oculto en ellas, que se suponía se refería al calendario litúrgico.
El Renacimiento más tarde desarrollo el simbolismo adecuado para construcciones de iglesias. Palladio (IV, II) pensó que las formas circulares eran adecuadas para la iglesia, porque simbolizan la unidad, infinitud y hermosura de Dios. Otros pensaron que las proporciones y formas del cuerpo humano eran apropiadas para la iglesia porque, de acuerdo con la Biblia, el ser humano era creado a imagen de Dios. A la izquierda, podemos ver un dibujo del siglo XV por Francesco di Giorgio Martin que sigue esta línea de pensamiento.
Aunque habían sido publicadas instrucciones sobre el simbolismo usado en los edificios desde tiempos de Vitruvio, la base de las instrucciones parece haber sido más bien arbitraria. El primer estudio real sobre la lógica del simbolismo es un libro de 1757 titulado A Philoshophical Enquiry into the Origins of Our Ideas of the Sublime and Beautiful (Una encuesta filosófica sobre los orígenes de nuestras ideas de lo sublime y lo bello, por Edmund Burke (1729-97). Se propone crear una "teoría de las pasiones". En ella, Burke da numerosos ejemplos de arquitectura que genera sentimientos elevados o de otro tipo.
Los estudios del simbolismo comenzaron en el sentido moderno de la palabra
sólamente cuando la gente hubo aprendido a analizar los contenidos
de una obra de arte separadamente de la forma. G. F. W. Hegel (1770-1831)
convirtió esta distinción en piedra angular de su estética,
y abrió el camino para la investigación posterior en este
campo.
Hegel pensó que especialmente la fase primera, primitiva, en
el desarrollo de las artes, que había predominado en los reinos
antiguos de Babilonia y Egipto, se caracterizaba por el simbolismo. Hegel
consideraba la arquitectura como el mejor exponente del arte simbólico,
no por su sofisticado simbolismo, sino porque en esa época inicial
no hubo artes pictóricas que habrían sido más adecuadas
para presentar el simbolismo. Este simbolismo inicial de la arquitectura
expresa asuntos generales, sin forma y sólo distinguía inadecuadamente
las abstracciones de la naturaleza mezcladas con los pensamientos religiosos.
En el campo de la arquitectura, Arthur Schopenhauer (1788-1860) se acercó
ligeramente más a los detalles. , formuló que el mensaje más importante
en la arquitectura era la oposición entre la carga y el soporte . Las tensiones y
las cargas en las partes de un edificio simbolizan la manifestación
del poder de la voluntad en sustancia, cuyo mensaje recibe el publico identificándose
enfáticamente con partes del edificio.
Este pensamiento fue un precursor de la teoría enfática
del arte que fue más tarde extendida por estudiosos alemanes de
la estética.
"La arquitectura convierte la materia en visiones que respiran ante nosotros... ¿Hay algo más inanimado que una línea vertical u horizontal? ¿No sentimos nuestra imaginación ascender con la línea vertical?" (De las lecciones de Friedrich Vischer,)La teoría enfática de la arquitectura fue desarrollada en su forma más amplia por Theodor Lipps (1851-1941), , y por Heinrich Wölfflin (1864-95), principalmente en su tesis [Prolegómenos para una psicología de la arquitectura], 1886.
De acuerdo con la teoría enfática del arte, un ser humano puede sentir que entiende no sólo a otras personas, sino también obras de arte.
"Miramos a cada objeto comparándolo con nuestro propio cuerpo. En nuestras mentes, se convierte en un ser con cabeza y pies, frente y espalda; si está inclinándose o si parece como si estuviese cayendo, inmediatamente suponemos que se está sintiendo mal; en absolutamente cualquier configuración, podemos sentir las alegrías, luchas y problemas de ser... En cualquier parte nos esperamos encontrar una figura corporal que se parece a nosotros mismos; interpretamos todo en el mundo exterior con los mismos medios de expresión que sentimos en nosotros mismos" (Wölfflin, 1908-56).Ejemplos de artefactos con reverberaciones enfáticas pueden encontrarse en Brochmann (1953, p.59, aquí a la izquierda).
Especialmente en arquitectura el hombre tiende a proyectar las estructuras de su propio cuerpo (espacio, frontalidad, vertical, horizontal, equilibrio etc.) y sus propios sentimientos cuando está llevando una carga. Este tipo de rasgos en un edificio que inconscientemente despierta empatía puede ser llamado simbolismo oculto.
La teoría de Oswald Spengler sobre el simbolismo en la arquitectura (1918) fue objeto de una atención considerable su tiempo. En opinión de Spengler, cada cultura tiene una imagen del mundo propia, un llamado símbolo inicial. Ello es especialmente visible en los campos de las matemáticas y la arquitectura. La visión del mundo de la cultura egipcia es simbolizada por el camino, la de los árabes por la cueva, el símbolo en la antigüedad era la pieza, y el de nuestra cultura es la infinitud. Spengler mencionaba un cierto número de edificios que reflejaban acertadamente estos símbolos iniciales, ignorando, sin embargo, todos los edificios que no encajaban en esta teoría.
Sigmund Freud (1856-1939) señaló en sus escritos sobre el subconsciente y el psicoanálisis una dirección fructífera para la investigación del simbolismo oculto. Su pupilo Carl C. Jung (1875-1961) puso el énfasis en el hecho de que la reserva de símbolos era ampliamente común a la gente de la misma cultura. Parte ella puede incluso ser innata, o al menos adquirida durante los primeros años de vida antes del desarrollo de la conciencia activa y en condiciones que para la mayor parte de la gente son las mismas. Jung usó el nombre "inconsciente colectivo" para esta herencia simbólica común a la mayor parte de la gente.
Los símbolos básicos comunes a todos fueron llamados arquetipos por Jung. Tales arquetipos son por ejemplo los mitos sobre héroes, sobre el nacimiento a través del agua y la reencarnación. Jung pensaba que también algunas figuras han adquirido una posición como la del arquetipo. Una figura tal es por ejemplo un mandala (figura de la derecha) que ha sido usada para ayudar a la meditación en algunas religiones. Hay dos figuras muy distintas, un cuadrado y un círculo, combinadas en forma que podría llamarse mística y que probablemente despierta el interés simplemente a causa de su carácter contradictorio.
Investigadores posteriores como Melanie Klein, Hannah Segal y Adrian Stokes han encontrado, por ejemplo, los siguientes símbolos arquetípicos en edificios:
Martin Warnke (1984) ha editado una extensa antología que trata de la investigación del simbolismo social en la arquitectura reciente (Politische Architektur in Europa vom Mittelalter bis heute).
En la investigación de la comunicación, el lenguaje suele ser dividido en dos componentes:
Shannon originalmente desarrolló el modelo con vistas a la tecnología
de la comunicación, pero hoy en día es también usado
en la investigación de la comunicación artística.
El modelo de Shannon muestra cómo un mensaje siempre es "codificado",
es decir, interpretado, al menos dos veces. El artista primero pone su
mensaje en el lenguaje de la obra de arte y el público entonces
lo interpreta en su propio lenguaje. El mensaje alcanza al receptor sólo
en la medida en que ambos códigos sean congruentes. Por otro lado,
el modelo de Shannon muestra cómo las perturbaciones modifican
el mensaje y afectan a la interpretación del mismo por el receptor.
El modelo de Shannon era originalmente más bien abstracto y
matemático, y el trabajo principal para desarrollarlo y hacerlo
más comprensible fue realizado por D.E. Broadbent en su libro Perception
and Communication (1958).
La debilidad del mensaje simbólico del arte y al mismo tiempo su fuerza, es la falta de precisión. Los símbolos suelen ser un poco ambiguos, con lo que su interpretación permite alguna dispersión. En el arte, este espacio para la especulación es útil porque hace más fácil la aplicación del mensaje a las variadas necesidades del público. Por otra parte, añade una excitación misteriosa a la obra de arte y así la hace más interesante para el público.
Las señales transmitidas en la comunicación pueden constituir un mensaje totalmente nuevo, o pueden ser una repetición de alguno anterior. Los últimos reciben el nombre de redundancia. Aunque la redundancia no transmite ninguna información nueva, puede ser de utilidad cuando hay mucho ruido, porque asegura que el mensaje alcanza al receptor.
En una obra de arte, una función incluso más importante de la redundancia es hacer llegar las estructuras de fondo.(La capacidad informacional de conjunto de un mensaje no redundante llega a transmitir sólo el mensaje primario y nada de ella quedará para transmitir la estructura de fondo; por consiguiente, la redundancia es el único medio de hacer llegar esas estructuras de fondo.)
Tomemos la poesía como un ejemplo de algo que contiene redundancia útil. La rima y la aliteración en un poema son redundancia. Restringen la elección de palabras del poeta y reducen la cantidad de información primaria que puede contenerse en cada línea.
Por otro lado, transmiten información de otro tipo: muestran qué palabras y qué líneas han de ir juntas y así han de ser comparadas o contrastadas. En otras palabras, expresan la estructura de fondo del poema.
En el arte pictórico, la redundancia es representada por ejemplo por el ritmo, la repetición, la simetría y el estilo. Los diseñadores, también, tienen medios similares a su disposición.
Los profanos suelen requerir una cantidad considerable de redundancia para comenzar a interpretar la obra, mientras que un público consistente en expertos en arte necesita sólo unas cuantas pistas para desenterrar el mensaje de fondo de la obra; en otras palabras, espera más información y menos redundancia.
Por esto, la recepción de una obra de arte tiende a ser distinta entre distintos grupos de espectadores, lo que se debe a las distintas expectativas de los diferentes grupos. (véase figura de la derecha). Una obra de arte debe desviarse de estas expectativas en alguna medida (de otro modo es trivial), pero no excesivamente (lo que la haría incomprensible). Esto ha llevado al hecho de que hay dos tipos de arte: "arte del pueblo" y "arte de críticos". Otra solución es hacer que el simbolismo en las obras de arte vaya codificado doblemente: ciertos mensajes están pensados para el público general y otros para los entendidos en arte. Este truco es bien conocido en el campo de la música: los mejores compositores siempre han sabido hacer su obra con muchas facetas, de modo que permita muchas interpretaciones distintas.
Cuando vamos a estudiar objetos prácticos y su recepción y mensaje, como cuando se estudia otro arte, es necesario tener en cuenta las expectativas del público. Los objetos domésticos y de oficina están bastante institucionalizados en todas las comunidades, y así los miembros de la comunidad tienen fuertes expectativas respecto a ellos. Toda desviación de las expectativas transmite un fuerte mensaje; uno podría casi pretender que la desviación de las expectativas es el más fuerte mensaje que puede transmitir una obra de arte. En las jarras Storybird de la derecha, el mensaje de la desviación de la expectativa se ha utilizado hábilmente. El público tiene expectativas fuertemente establecidas respecto a las jarras:
La última variedad ha sido tratada por Günter Bandmann . Aporta la siguiente lista de vehículos de signos típicos de la arquitectura y los métodos para su estudio: