Teoría I
LA
TEORÍA DEL DISEÑO Y EL DISEÑO DE LA TEORÍA
José Luis Ramírez
Reproducido de: Astrágalo - Cultura de la Arquitectura y Ciudad, núm.
6, abril 1997.
Un
algo perogrullesco Mao Tse-Tung escribió una vez que todo aquel que quiere
hacer la guerra tiene que saber lo que significa hacer la guerra y el que
quiere hacer guerra revolucionaria tiene que saber además lo que supone una guerra
revolucionaria. Pero si la guerra revolucionaria se va a llevar a cabo en
China, entonces tendrá que saber por añadidura lo que implica una guerra
revolucionaria en China.
El
conocimiento teórico es como una cebolla. Démosle la vuelta a la argumentación
del revolucionario chino. Una teoría del diseño que, para ser teoría, no sepa
independizarse de todos los tipos concretos de objeto, será una teoría del
diseño de esos objetos, pero no una teoría general del diseño.
Alguien
ha dicho que no existe el "diseño en sí". El fundador de la
fenomenología, Edmundo Husserl, había formulado un pensamiento parecido al
enfrentarse al axioma cartesiano del "Pienso, luego existo" con su
propia formula de que el pensar supone siempre un pensar en algo. No es
posible pensar sin objeto de pensamiento. Mas no por eso quería decir que, para
entender lo que es el pensar, haya que mezclar el acto de pensar con su objeto.
Que
el diseño sólo se manifiesta en ejemplos concretos no es nada que sea
privativo del diseño. Toda actividad o función que pueda pensarse en general o
abstractamente se hace patente solamente a través de acciones concretas o se
expresa a través de una afirmación concreta. No podemos tampoco, por ejemplo,
comer sin comer esto o aquello, pero comprender lo que es el comer no debe
confundir, por ejemplo, el comer con el comer fideos. Cuando nos
apercibimos de una actividad, advertimos también su modalidad específica, la
manera especial mediante la cual se efectúa o el sector de la realidad en la
que se aplica.
Lo
genérico no existe más que en nuestra representación. En la realidad sólo se
dan concreciones. Esto es también lo que significa la palabra
"existencia" (de "ex" y "sistere" = estar fuera
de). Es posible el pensamiento de lo abstracto, pensar lo abstracto, pero
el pensamiento abstracto o el pensar abstractamente -como a veces se oye
decir- es imposible.
No
podemos por consiguiente diseñar sin diseñar algo concreto, pero si queremos
entender lo que queremos decir con diseño tenemos que tratar de
desarrollar una teoría del diseño en sí. El que reduce la teoría del
diseño a una teoría de cómo se diseña algo en particular cae en una
paradoja. Pues si no podemos hablar del diseño en sí, sino solamente del
"diseño de algo", entonces tampoco tendremos la posibilidad de hablar
de "diseño arquitectónico" o de "diseño industrial".
"Diseño
arquitectónico" será en tal caso, como "diseño", algo
abstracto y general, puesto que tampoco se pueden diseñar casas en general,
sino solamente casas determinadas. Es realmente cierto que se pueden hacer
dibujos y esquemas que sirvan como modelo general para varias casas, por
ejemplo; pero entonces es el mismo dibujo o esquema algo concreto. Lo que se
diseña es el modelo y éste ha de servir para orientar a otras personas en lo
que van a diseñar, ayudándolas a dar forma a las casas concretas. La conexión
entre el diseño de modelos y la conformación de algo a partir de un modelo es
a menudo cuestión de retórica y comunicación.
La
misma objeción que puede hacerse contra el "diseño en sí" puede por
lo tanto hacerse contra el "diseño arquitectónico en sí". De lo que
se trata pues es de decidir si a lo que uno se quiere dedicar es a hacer teorías
o a hacer algo concreto. Pero dedicarse a hacer teorías es también hacer algo
concreto, a saber teorías. Las teorías y los modelos se hacen, sin
embargo, para poder efectuar mejor tareas concretas, ayudándonos a comprender
mejor cómo hacemos. Una teoría puede ser una teoría para lo concreto,
no sólo de lo concreto. La teoría trata siempre de lo abstracto y de lo
general, pero es en sí misma también concreta. Acerca de lo concreto hay
experiencia, nunca teoría en sentido propio. Vamos no obstante a ver cómo teoría
puede significar dos cosas diferentes.
Toda
teoría exige un cierto nivel de abstracción. Prescindiendo de los casos
concretos en los que nuestros conceptos generales se hacen patentes o se
expresan, nos elevamos a un nivel teórico. Una teoría general del diseño
exige que dejemos a un lado lo que es específico de las casas, los puentes, los
artículos industriales, las organizaciones, etc., para concentrarnos en cambio
en lo que quiere decir diseñar en todos los ejemplos que puedan darse y
de todas las maneras habidas y por haber, sin diferenicia entre ellas.
Aun
cuando una teoría puede formularse mejor o peor, más o menos pedagógicamente,
exige que evitemos el fijarnos demasiado en las palabras que usamos para
formularla y que pensemos sobre todo en lo que las palabras pretenden describir
y a lo que se refieren. Lo que se quiere decir y cómo se dice son
aspectos diferentes de una expresión y por ende de una teoría. "Lo
que" se refiere a lo abstracto, "cómo" se refiere a lo concreto.
Una teoría del diseño consiste en hacer un "lo que" de un "cómo",
es decir saber lo que un cómo es. Por eso es una teoría del diseño tan
difícil de aprehender.
Las
concreciones y los ejemplos verifican lo que es generalmente válido haciéndolo
visible y comunicable. Los principios del arte de la guerra -en el ejemplo de
Mao Tse-tung- guiaron a éste cuando hacía la guerra contra Chang Kai-shek.
Entendemos lo que es diseño advirtiendo su concreción en los ejemplos en que
es aplicado o entendiendo su descripción teórica. Pero no entendemos lo que es
diseño obcecándonos demasiado en los productos que resultan del diseño o en
los ejemplos en los que se verifica, sino más bien pensando cómo han sido
hechos o cómo pueden hacerse. Es ese cómo lo que la teoría del diseño
pretende describir.
Toda
abstracción es reconocible en sus ejemplificadas concreciones y puede
expresarse en una descripción teórica, la cual es también una concreción. No
se piensa nunca en que también las teorías son expresadas concretamente en
formulaciones teóricas concretas. Decir que "Los metales se dilatan por el
calor" es formular una proposición concreta que afirma algo que tiene
valor genérico y puede comprobarse en muchos casos concretos; pero esa
proposición está construída con material que se ha sacado del tesoro lingüístico,
que ha sido organizado en un orden gramatical determinado y que se ha fijado
sobre el papel en forma de garabatos negros concretos. El mismo mensaje puede
ser expresado con otras palabras o en otras lenguas que el castellano.
Entender
el diseño no es entender lo que es diseño arquitectónico o diseño
industrial, aun cuando esas regiones de la actividad diseñadora ilustren también
lo que el diseño en general es, ayundándonos a su comprensión. Siempre
corremos empero el riesgo de tomar lo típico, lo que sólo es válido para un
tipo de diseño (arquitectura, instalaciones industriales, muebles,
organizaciones, etc.) como rasgo o elemento del diseño en general. Lo mismo que
en el ejemplo de Mao acerca de la guerra, una cosa es el diseño, otra el diseño
arquitectónico y una tercera el diseño dirigido por Moneo del Museo de Arte
Moderno de Estocolmo. Se trata de diferentes niveles de abstracción que no han
de reducirse necesariamente a tres, sino que pueden ser infinitos (diseños de
museos, diseños de museos de arte, etc.). El conocimiento del diseño se halla
presente en el diseño del Museo de Arte Moderno. El Museo de Arte Moderno es un
ejemplo que hace patente, pero no determina la teoría del diseño.
Hay
algo de común entre el construir un edificio y, por ejemplo, crear una
organización, escribir un libro de texto o dar una conferencia. Lo común entre
esos ejemplos dispares es el diseño. Lo típico y distintivo del diseño
arquitectónico, el diseño de organizaciones, la formulación de teorías, la
pedagogía, etc. no debe confundirse con lo común y general que los une.
Entender
el diseño es comprender cómo podemos realizar construcciones materiales de
diferentes especies (casas, artículos, organizaciones, escritos o teorías) a
partir de representaciones inmateriales y generales. Según los escolásticos
medievales se creaba un objeto mediante una unión de materia y forma, siendo la
materia el principio de individuación, aquello que hacía al objeto
concreto e individual, mientras que la forma era lo esencial, el principio
general. De la fusión de esos dos principios surgía la concreción de este
objeto, esta casa, etc. La forma no era por lo tanto concreta sino que se hacía
concreta, dando su sentido a lo concreto, mediante la materia. Aquí tenemos el
origen de la idea del diseño como conformación, como la concreción
material de una forma pensada. Platón creía que las formas abstractas existían
como entidades del mundo de las ideas, con lo cual hacía de las abstracciones
algo concreto. Esta confusión persiste hoy en nuestro modo teórico de pensar.
Platón vive en nosotros más de lo que podríamos creer.
El
concepto de una teoría del diseño conlleva una dificultad, que el lector
atento habrá quizá adivinado mediante lo hasta ahora dicho: no es posible
hablar de una teoría del diseño que no abarque el diseño de su propia teoría.
Creemos a menudo que las teorías son abstractas y generales, pero una teoría
se patentiza mediante descripciones concretas hechas en palabras concretas.
Palabras concretas que, no obstante, refieren a lo abstracto y general. Una teoría
trata de lo abstracto y general pero ella misma esta constituída por
formulaciones lingüísticas concretas. Lo general es lo que la teoría dice, no
el decirlo, no su expresión lingüística. Si la teoría del diseño fuera una
teoría sobre cómo diferentes cosas se crean, pero no cómo se elabora la
propia teoría del diseño, nos encontraríamos en la misma paradójica situación
que el barbero de aquel pueblo que afeitaba a todos los que no se afeitaban a sí
mismos. Siguiendo esa regla se veía obligado a afeitarse y al mismo tiempo a no
hacerlo.
Toda
formulación de una teoría del diseño es un ejemplo concreto de diseño de una
teoría. Una teoría del diseño que no advierte el diseño de la teoría del
diseño deja de ser una teoría crítica del diseño, convirtiéndose en
una teoría dogmática de una forma limitada o de un modelo determinado
de diseño, aun cuando abarque más que la mera arquitectura, la industria u
otro tipo específico. Una teoría del diseño tiene pues que tomar en cuenta
como se conforma la propia teoría del diseño, es decir tiene que ser un conocimiento
mediante la acción, pues es en ésta, la más reflexiva de las teorías,
donde el diseño puede mostrarnos más clara e incontaminadamente lo que es el
diseño. Cuando hayamos comprendido de verdad lo que es el diseño, nos será más
fácil entender lo que es p.ej. el diseño arquitectonico, de la misma manera
que el diseño arquitectónico nos ayudará a entender cómo hemos de dar forma
al edificio que vamos a construir y por qué(1).
Todo
diseño es una actividad que consiste en dar expresión a una
forma concebida inmaterialmente. Una teoría da expresión sistemática,
de palabra y siguiendo ciertas reglas formales, a lo que podemos saber acerca de
algo. Una teoría del diseño expresa por consiguiente en palabras lo que
podemos saber sobre el diseño en general. La construcción teórica es una
forma de diseño en el que las palabras se utilizan como material y en el que se
siguen ciertas reglas mentales. La construcción teórica se hizo posible
solamente cuando la escritura fue inventada y obtuvo un cierto desarrollo y
cuando la alfabetización fue divulgada y instituciones especiales (escuelas y
universidades) organizaron esta actividad de diseño teórico.
La
actividad diseñadora que advertimos en una cultura oral no es teórica en el
sentido que la palabra teoría ha cobrado para nosotros. En una comunidad
humana de esa índole se sustituye la teoría del diseño por la experiencia
transmisible mediante la actividad narrativa que acompaña al ejercicio activo
concreto.
Cuando
tratamos de formular una teoría del diseño estamos por consiguiente ya
sometidos a ciertas reglas de actuación que se hallan determinadas a su vez por
un uso lingüístico también sometido a reglas y por normas lógicas y científicas.
Damos por supuestos ciertos métodos de actuación: definir, analizar, seguir un
cierto orden en el discurso, etc.
Si el lector se siente un poco perdido en el laberinto de mi descripción de la
paradójica manera de ser de la teoría del diseño, si incluso esta descripción
le parece una especulación compleja y un tanto sin sentido, esto es debido quizá
a la dificultad que entraña un dualismo, inadvertido en el uso cotidiano,
implicado en el concepto de teoría. Se nos hace difícil advertir,
acostumbrados como estamos a su uso, que la palabra teoría oscila entre
dos significados diferentes:
(A)
un sistema bien ordenado de afirmaciones que pueden acumularse, almacenarse,
transmitirse y ser objeto de enseñanza. En relación con el diseño constituye
la teoría, en este sentido, un modelo para la actividad.
(B)
una actividad que conduce a la construcción o formulación de ciertos
sistemas de afirmaciones (es decir de "teorías" en el sentido de (A),
las cuales pueden ser acumuladas, almacenadas y transmitidas.
El
significado (A) (= modelo) se ha hecho fundamental para nuestra mentalidad por
arte de la escritura, pero el significado (B) (= actividad) es de hecho
fundamental para la existencia de (A). Hay por lo tanto una paradoja (impuesta
por la cultura) en nuestra modo habitual de usar el concepto de teoría.
Si
contemplamos la teoría del diseño como un modelo, siguiendo el
significado (A), se impone la pregunta de cómo ha surgido (A), es decir cómo y
quién la ha diseñado. Esto exige una actividad del tipo (B). Si esta
actividad a su vez ha de obedecer a un modelo determinado, entonces haría falta
otra teoría del tipo (A) de otro orden o rango, una metateoría; lo cual exigiría
una nueva actividad (B') creadora de esa metateoría (A') y así hasta el
infinito. Si nos preguntamos cuál es primero, la actividad o el modelo, la teoría
en el sentido (B) o en el sentido (A), nos vemos forzados a dar prioridad a la
actividad i a contemplar aun el más original de los modelos (A) como el
resultado de una actividad(2).
Tenemos pues que imaginar una actividad primera que tuvo lugar sin modelos
preconcebidos: "En en principio fue la acción".
Sin
actividad teórica no habría teoría alguna. Pero mientras que un
producto objetivo se independiza de su creador, cada actividad se halla íntimamente
unida al sujeto humano que la realiza.
Permítaseme
ahora introducir una distinción en el concepto de teoría, llamando a
(A) teoría dogmática y a (B) teoría zetética. La palabra
griega zetesis se refiere a una actividad de búsqueda, crítica y sin
prejuicios(3). Una teoría
del diseño que no quiere ser dogmática y por ende caer en una regresión
infinita, tiene que ser considerada, a diferencia de otras teorías, como una
actividad.
La
filosofía práctica de Aristóteles nos es de gran ayuda para entender una teoría
del diseño zetética, es decir fundada en la actividad. El valor del
aristotelismo para la discusión moderna de la teoría del diseño es debido a
que el Estagirita, en la Ètica, entendía la theôría justamente como
una actividad, no como un resultado. La ciencia (epistêmê) era para él
una competencia o virtud que se adquiere mediante el ejercicio de la actividad
teórica. El sujeto obrante se halla siempre detrás de los conceptos aristotélicos.
Para nosotros en cambio, tanto la ciencia como la teoría se han convertido en
la codificación objetiva e impersonalizada del resultado del conocimiento.
Al
igual que otros muchos conceptos hemos recibido la palabra teoría como
una herencia de los griegos. Durante el período presocrático significaba theôría,
pura y simplemente, contemplación. Se trataba pues de una actividad. Platón y
Aristóteles reducían el concepto a un tipo especial de actividad, abriendo así
el camino que llevaría el concepto de teoría a significar lo mismo que un
sistema de afirmaciones formuladas mediante palabras (escritas). La concepción
de la teoría como una actividad especulativa sigue existiendo en la
lengua cotidiana, pero en un contexto intelectual y profesional la teoría se
convierte en un modelo definido, resultado de la actividad teórica.
Aristóteles,
que vivía en la transición entre la cultura oral y la cultura escrita, sacó
de la lengua cotidiana los conceptos que habían de dar cohesión a un
conocimiento científico (escrito). El filósofo griego se ocupa principalmente,
como he dicho, de los conceptos de teoría y de ciencia no ya en sus escritos teóricos,
sino en la Ética, es decir en su tratado de teoría de la acción humana. Esos
conceptos son todavía considerados como actividades, pero están ya dando
fundamento a una concepción del modelo. Hay un dualismo que hace a Aristóteles
aun más interesante y que muestra claramente el aspecto jánico de la teoría.
Si leemos la Ética de Aristóteles con atención podemos, desde nuestra
perspectiva moderna, comprender lo que el filósofo estaba haciendo mejor que él
mismo.
El
par conceptual teoría / práctica, que ha adquirido tanta importancia para el
hombre moderno, es de entrada una dicotomía aristotélica. Pero la práctica
suponía para Aristóteles dos cosas diferentes: poíêsis y prãxis:
CONCEPTO
MODERNO |
CONCEPTOS
ARISTOTÉLICOS |
|
|
|
|
|
Actividad |
Competencia |
|
humana |
(virtud) |
|
|
|
Teoría |
Theôría
(investigación) |
Epistêmê
(Saber) |
|
|
|
|
Poìêsis(producción) |
Téchnê
(Técnica) |
Praxis |
|
|
|
Prãxis
(acción) |
Frónêsis
(Sentido) |
Una
actividad repetida generaba, según Aristóteles, un hábito racional o
competencia en el sujeto practicante. La distinción entre poìêsis y prãxis
suponía para él distinguir entre las actividades instrumentales y las acciones
que tienen en sí mismas su propio sentido. Una actuación instrumental es
aquella que se efectúa para alcanzar un fin previsto (por ejemplo construir una
casa). El sentido de estas actuaciones reside fuera de ellas, en el fin
alcanzado. La acción con sentido propio, en cambio, es aquella que conlleva
nuestra propia realización, la satisfacción de una necesidad vital (por
ejemplo el habitar la casa). La actuación productora supone un proceso
que conlleva un transcurso de tiempo hasta que alcanza su fin. El fin y el
proceso no se dan, en la actuación productora, simultáneamente. Sólo cuando
el proceso de producción ha terminado aparece el fin realizado. La acción
creadora de sentido no es un proceso, sino que es, por así decir, un fin en
sí misma. La acción y su sentido coinciden. Mientras la acción se realiza, se
realiza su sentido y su fin, en otro caso desaparecen. Por eso, la palabra fin
es inadecuada y debe reservarse para el resultado de la actuación instrumental
o productiva. La expresión "fin en sí mismo" es una manera de
expresar la acción con sentido en términos instrumentales. Yo prefiero
distinguir entre finalidad y sentido.
Los
dos conceptos aristotélicos (poíêsis och prãxis) se han
fundido en una sola palabra en nuestras lenguas modernas. Mientras que la
palabra poíêsis ha sido reservada para la actividad poética(4),
abandonando su antiguo uso, nuestra palabra práctica ha venido a
sustituir a ambos conceptos a la vez, pero su significado propio para nosotros,
el aspecto desde el cual se la entiende, es el hacer, la actuación
productora o instrumental, lo que Aristóteles llamaba poíêsis. La Poíêsis
desplaza a la Prãxis aristotélica y se apodera de su nombre y su
identidad. Nuestra mentalidad tecnoadicta moderna no ve ya la necesidad de
distinguir entre dos tipos de actuación humana, entre el sentido y la
instrumentalidad. Toda una dimensión de nuestra existencia, que para Aristóteles
tenía plena actualidad, se relega para nosotros al inconsciente. Pues la función
del concepto es actualizar algo en la conciencia y cuando esto desaparece de la
conciencia cultural, pediendo su carácter de algo, su concepto se hace
superfluo. Una investigación de genealogía conceptual puede sin embargo
descubrir las huellas de los conceptos desaparecidos(5).
Una
lectura minuciosa de Aristóteles muestra que, aun cuando el filósofo distingue
explícitamente entre poíêsis y prãxis, el divorcio no es
total. "Si queremos entender lo que una persona quiere decir -escribe el
académico Karl Ragnar Gierow en un libro sobre la vida y obra del filósofo
uppsaliense Benjamin Höijer(6)-
puede a veces ser útil partir de una afirmación en la que el autor parece
contradecirse a sí mismo. Sucede a veces que la contradicción advertida
descubre un vacío en el razonamiento, pero otras veces contribuye, si nos
fijamos un poco, a aclarar un contexto". Si tomamos en serio la distinción
aristotélica y sacamos sus últimas consecuencias (consecuencias que van mucho
más lejos que lo que el texto aristotélico permite y seguramente más lejos
que la intención del filósofo) se manifiesta una relación importante entre poíêsis
y prãxis, entre la actuación instrumental y la acción con sentido.
Trataré este tema espinoso de una manera muy breve y esquemática.
Los
humanos actúan para alcanzar fines previstos, pero quieren alcanzar esos fines
para con ello realizar el sentido de su vida. El ser humano se realiza a sí
mismo justamente mediante lo que hace. El sentido no es el fin. El sentido es lo
que nos hace elegir ciertos fines y ciertos medios, dejando a un lado otros.
Medios/fines es una pareja conceptual que se asemejan a la de causa/efecto. En
una actividad técnica se piensa de la siguiente manera: "si queremos
alcanzar esto o aquello tenemos que actuar de tal o cual manera". Pero ¿por
qué queremos justamente eso? El sentido de lo que apetecemos como fin y la
aceptabilidad o no aceptabilidad de los medios que a ello conducen es algo que
sobrepasa la actuación instrumental y técnica. Una actuación puramente
instrumental puede estudiarse como un suceso objetivo y puede carecer de
sentido, aun cuando deba tenerlo.
El
sentido no es, como a veces se pretende, un fin último, ya que el fin es lo que
se alcanza al final, mientras que el sentido es lo que desde el comienzo inspira
la elección y formulación de los fines a lo largo del camino que media hacia
ellos. El sentido mismo no puede ser formulado porque él mismo es la acción
formuladora o, si se quiere, la acción diseñadora de los fines.
Hay
sin embargo actuaciones con sentido (acciones) que no son instrumentales: amar,
vivir la vida, pensar. Estas pueden ser nombradas pero no descritas. Son
actuaciones que están ligadas a la vida (es decir la historia humana, no la
biología) y se desarrollan para su propia realización, no para lograr un
resultado externo. Pero las actuaciones instrumentales elegidas también son
expresión de nuestras intenciones y de nuestro sentido. Entregar un ramo de
flores puede significar expresión de afecto, construir un puente es la expresión
de un deseo de comunicación humana. Una actuación instrumental puede así
describirse como un suceso, pero puede además interpretarse y se interpreta
generalmente como una expresión de intenciones, de sentido, de acciones. Matar
a alguien puede significar asesinato, homicidio o accidente. Sólo en el último
caso puede considerarse como un mero suceso, en los otros se trata de acciones.
La
existencia humana lleva consigo la realización del sentido de la vida mediante
la elección de lo que hemos o no hemos de hacer y de lo que hemos o no hemos de
crear. El humano muestra su sentido mediante sus actuaciones instrumentales. Poíêsis/téchnê
da expresión a prãxis/frónêsis. Para conformar su vida está el
humano obligado a elegir libremente (extraña paradoja) lo que ha
de hacer o lo que ha de decir. Nos expresamos mediante la palabra y mediante las
acciones. No hay diferencia entre hablar y obrar, pues hablar es la manera más
fundamental de obrar que tiene el ser humano. Podemos elegir hacer esto o lo
otro, lo mismo que podemos decidir decir una cosa u otra, pero no nos es posible
dejar de usar el lenguaje si somos humanos. El habla es la acción primordial y
sin lenguaje jamás se habría desarrollado nuestra capacidad de acción. En la
Política de Aristóteles ({1253a 14-18}) leemos lo siguiente:
«Es
evidente por qué razón el ser humano es, más que la abeja o cualquier otro
animal gregario, un animal social: la naturaleza, como solemos decir, no hace
nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra (lógos).
La voz es signo de dolor y de placer, y por eso la tienen también los animales,
pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela
unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo
justo y lo injusto, y es exclusivo del humano el tener él solo el sentido del
bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etcétera, y la comunidad de estas
cosas es lo que constituye la casa y la ciudad.»
El
ser humano no es para Aristóteles el único animal social, como afirman los que
no han leído o han leído este texto aristotélico distraídamente. Y también
el animal tiene voz y puede expresar a su manera lo que siente. El hombre es
simplemente más social que los animales domésticos o gregarios y esto
se debe a que tiene lógos, concepto que resume el código cultural de
occidente y significa al mismo tiempo pensamiento y capacidad lingüística.
Solemos traducirlo por "razón"(7).
Nótese sin embargo que Aristóteles no menciona aquí para nada la verdad.
La razón no es para él una razón teórica pura. La función de la razón práctica
es la distinción entre el bien y el mal y la elección entre lo justo y lo
injusto. El ser humano crea lo que cree aceptable y justo y se realiza con ello
a sí mismo, dando sentido a su vida.
La
razón práctica no anula la teórica, sino que la fundamenta y amplia. La teoría
del diseño no trata de lo verdadero sino de lo cualitativamente bueno; no trata
de "lo que" sino de "cómo", no de lo que una cosa es sino
de cómo se hace. Un producto no es verdadero o falso, sino mejor o peor hecho.
El
ser humano surge con la capacidad de hablar, con el lógos. Aristóteles
deja claro en varios lugares que el lógos diferencia al ser humano tanto
de Dios como de los otros animales. Pues Dios no necesita de la razón y el
discurso para entender mientras que los animales irracionales carecen de esa
capacidad. Las formas de entendimiento son por lo tanto dos: la intuición y el
discurso. Intuición es una forma inmediata de entendimiento, discurso
una forma mediata dia lógos, es decir mediante el pensar y hablar. El
prefijo griego dia no significa "dos", sino "por medio
de". Diálogo no es, por lo tanto, mera conversación. La comunicación ya
está contenida en el lógos; lo que el dia añade es otra cosa. Diálogo
es entender mediante el lenguaje, mediante la articulación del sentido
en la palabra.
Se
nos ha antojado que el habla es la expresión de lo previamente pensado. Creemos
que la cognición es una condición previa de la comunicación, pero en realidad
es la comunicación la condición sine qua non de la cognición, lo cual
se desprende de la cita aristotélica anterior. No hablamos porque hemos
entendido, hablamos para entendernos (unos a otros y a nosotros mismos). Hablar
es prãxis, pero cuando utilizamos el lenguaje como instrumento para
expresar lo que ya hemos pensado y nos hemos dicho a nosotros mismos, cuando
empleamos el lenguaje solamente como un medio para lograr un fin, para
manipular, entonces el lenguaje se ha reducido a poíêsis.
Todo
no es lenguaje, pero sin lenguaje no podríamos entender ni siquiera que todo no
es lenguaje(8). El
lenguaje como actividad de hablar es una forma de obrar, aquella forma de obrar
que hace ser humano al ser humano, posibilitando sus restantes acciones. Pero en
la lengua escrita la cognición es condición previa de la comunicación. Pues
escribir es poíêsis, producción. Atar los cordones de sus zapatos o
plegar sus vestidos da el mismo testimonio de la presencia del lógos que
el decir o escribir. Por eso se llama obra lo que un autor escribe. El lógos,
la razón expresable, es el límite que atraviesa el humano para dejar al
sentido expresarse en el mundo y hacerse inteligible para la interpretación de
otros humanos.
Aristóteles vio la diferencia que existe entre producción y sentido, entre
actuación instrumental y acción con sentido, pero no alcanzó nunca a entender
bien lo que esto suponía, puesto que él, al igual que su maestro Platón,
nunca comprendió lo que era el arte. Los griegos confundían la creación con
la producción de algo. Por eso, la palabra téchnê en Aristóteles
puede significar tanto arte como conocimiento productivo. Un
artista era para los griegos un productor de cosas bellas, algo que nosotros
seguimos aceptando. La Estética como teoría de lo bello es un producto de la
modernidad(9). Fue
Baumgarten, en el siglo XVIII, quien dio su nombre a la Estética.
Kant
desarrolló una teoría estética en su tercera Crítica, partiendo del juicio
de gusto, es decir el juicio que establecemos cuando algo despierta nuestro
agrado. Kant determinó que un juicio de esa índole ofrece características
comunes, de un lado con la teoría y de otro con la práctica. Lo estético era,
por lo tanto, según Kant, una categoría intermedia entre teoría y práctica:
Teoría
(Estética)
Práctica
Cuando
expresamos un juicio de gusto carece éste de motivación práctica, de
finalidad. Al igual que una teoría, carece de motivaciones utilitarias. Pero
mientras una afirmación teórica siempre da expresión a algo abstracto y
general, el juicio estético será la expresión de un sentimiento ante un
objeto concreto de nuestra contemplación. En este sentido se asemeja el juicio
estético al práctico que también apunta a una acción determinada.
Voy
ahora a confrontar el esquema conceptual kantiano con el aristotélico que
presenté más arriba. Aristóteles distinguía entre theôría, de un
lado, y poíêsis/prãxis, de otro. Pero aun cuando él quería creer que
la theôría era una actividad de conocimiento por el conocimiento mismo,
separada de toda producción (poíêsis), no cabe duda que su theôría
implicaba lo que para nuestra moderna concepción de teoría es evidente: la
producción de un sistema de afirmaciones (escritas). Ya he hecho constar que un
concepto de teoría que se refiera a una actividad científica, sólo puede
entenderse como una producción de escritos y tesis teóricos. El mismo Aristóteles
llegó a producir una obra teórica bastante amplia. El que él no equiparase la
teoría a la producción se debe en parte a que -siguiendo la huella de Platón-
quería considerar la actividad teórica como un estilo de vida humana por
encima del que caracterizaba a los artesanos, de rango social inferior. Pero se
debe también al hecho de que él nunca advirtió cómo un concepto tomado de la
cultura oral se estaba convirtiendo en un concepto adaptado a la cultura
escrita. Para nosotros es la teoría un conocimiento totalmente objetivado.
El
creer, como los griegos, que lo teórico es conocimiento puro sin intereses
externos es un error. Nuestras teorías serán entendidas a partir del siglo
XVIII también como instrumentos para obtener resultados y dominar la
naturaleza. "Saber es poder" proclamará Bacon.
En
un contexto de teoría del diseño la dicotomía teoría/práctica es una ficción
que sólo contribuye a crear confusión, puesto que la teoría es una actividad
(zetesis) que, en paridad con la actuación instrumental, trata de
proporcionarnos un producto, a saber un modelo teórico (dogma). Si la
teoría en el esquema aristotélico se puede reducir a producción, el fenómeno
estético no puede ya colocarse entre la teoría y la práctica, sino entre la
acción con sentido y la actuación productora, es decir, en términos aristotélicos,
entre la prãxis y la poíêsis. El esquema conceptual que
propongo es el siguiente:
Acción
con sentido |
|
|
|
(ARTE) |
|
|
|
|
producción
simbólica (teorías etc.) |
Actuación
productiva |
|
|
producción
de objetos de uso y similares |
Por
arte entiendo una actividad que no se orienta a la satisfacción de un
uso, sino que es expresión pura del sentido de su creador, aun cuando esto no
excluya la posibilidad del uso. De ello se desprenden varias consecuencias:
1.
El arte y el lenguaje (como actividades) son lo mismo. Pintar o
narrar, por ejemplo, son dos modos de expresión(10).
2.
La producción de objetos de uso es compatible con la creación artística,
pero no es la misma cosa, como Aristóteles y Platón creyeron. Un pintor
puede pintar un cuadro para venderlo, pero el aspecto artístico consiste en el
pintar por pintar. Como expresión de un sentido, la arquitectura es también
arte, pero como objeto de uso la casa no es arte.
Una teoría dogmática del diseño es una descripción de cómo un modelo
se aplica a un objeto concreto. Esto es diseño técnico, diseño de
algo.
Una
teoría zetética del diseño es la comprensión de cómo se realiza la
creación de algo, inclusive la creación del propio modelo. Lo que aquí se
contempla es la expresión del sentido y se trata de diseño ético.
El
modo según el cual el sentido se expresa en la conformación concreta de algo
es lo que llamamos arte. La percepción y vivencia de la expresión del
arte es lo que produce el fenómeno estético y el juicio de gusto.
La
teoría del diseño es como una teoría invertida del conocimiento. Mientras que
la teoría del conocimiento es una teoría de cómo es percibida y entendida la
realidad y de cómo se adecuan nuestras ideas con la realidad externa, la teoría
del diseño es una teoría de cómo la realidad es producida y cómo las ideas y
la experiencia pueden dar forma a una realidad externa.
NOTAS
1.
Para saber simplemente cómo basta con la experiencia práctica del
hacer. Una teoría científica exige además el saber por qué.
2.
Esto no sería aceptado por Chomsky y los propulsores de la llamada gramática
generativa. Según éstos la mente humana esta provista desde el principio
de una especie de código genético, una gramática profunda. Eso es una hipótesis
indemostrable y tanto daría suponer un modelo de base como una actividad de
base, creadora del modelo. Jacques Lacan dice que el inconsciente está
estructurado como un lenguaje. Mi opinión es que las estructuras o modelos se
establecen tras de una actividad, inconsciente primero y consciente después,
que se abre paso pragmáticamente, es decir orientada por la finalidad y
adaptada al medio con el que tiene que contar para realizar su tarea. Además de
esto insisto en que el lenguaje hablado carece de teorías, siendo éstas una
secuencia de la lengua escrita, lo cual ya supone una técnica.
3.
He tomado la distinción entre dogma y zetesis del filósofo alemán del derecho
Theodor Viehweg (véase su Tópica y filosofía del derecho, Gedisa,
1991).
4.
Esta reducción del concepto (llamada en retórica sinécdoque) se había ya
iniciado en tiempo de Platón, como se testimonia en El Banquete {205}.
5.
Sobre esta genealogía conceptual he escrito en sueco mi libro Skapande
mening - en begreppsgenealogisk undersökning om rationalitet vetenskap och
planering ("El sentido creador - una investigación de genealogía
conceptual acerca de la racionalidad, la ciencia y la planificación"),
NORDPLAN, Stockholm, 1995, que todavía no ha sido traducido al castellano.
6.
Benjamin Höijer (Svenska akademiens minnesanteckningar), Norstedts,
1971. Höijer, amigo de Fichte y detentor de una filosofía de la acción que
bien pudiera servir de base a una teoría del diseño, es tan interesante como
desconocido.
7.
En la ratio latina tiende a perderse el elemento linguístico, quedándose
solamente con el pensamiento. Por eso se veía Cicerón obligado a traducir lógos
con ratio et oratio. Al desgajar palabra y pensamiento se obtiene una
concepción cognitivista según la cual primero pensamos y luego decimos lo
pensado. Esta concepción es absurda, pues hemos aprendido a pensar a través
del hablar, aun cuando podamos dar la patada a la escalera cuando ya la hemos
utilizado para subir.
8.
Por lenguaje entendemos a veces las series de palabras que utilizamos y
las reglas de su uso, pero yo me refiero aquí a la actividad de hablar, de la
que las palabras sólo son instrumento.
9.
En Aristóteles se encuentran algunas nociones de estética en su Poética.
10.
Me adscribo aquí a la opinión de Benedetto Croce (Estética como ciencia de
la expresión y lingüística general, Librería de Francisco Beltrán,
Madrid, 1912) y de R.G. Collingwood (Los principios del arte, Fondo de
Cultura Económica, 1985).